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Sensaciones | Cèret de Toros'19


Fotos: David Cordero

Rafa de Toreo en RedHondo


Volví a Céret, ese pueblecito fronterizo, de verdor pirenaico y clima mediterráneo, en el que se habla y pisa suelo Francés y se sienten Catalanes. Un crisol cultural en plena fiesta, en el que todo sabe a la alegría del reencuentro. Esta vez lo hice con un grupo de amigos, parecíamos el ejército de Pancho Villa, había de todo…Desde directivos de la Asociación El Toro de Madrid, aficionados jóvenes. hasta un veterinario malagueño de la UTTA de Sevilla. Que como si nos lo hubiéramos encontrado haciendo autoestop en una gasolinera, nos propusimos enseñarle lo que era el Toro, Toro y la fiesta auténtica Ceretana. El ritual de “recién llegados” es el siguiente:


Antes de nada se va a la plaza a ver los toros y novillos, por que se pueden ver por las saeteras que tienen estratégicamente enfocadas hacia los corrales, no como en el 99,9% del resto de plazas, donde el secretísmo ocultista, es la ley que impera y rige.

Luego se ven los caballos que van a picar en la feria, este año repetía la Cuadra de Peña, por la baja de última hora de Alain Bonijol, cuadra que funcionó muy bien, que sin tener estrellas super ligeras como: Tabarly, Uda, Destinado…Tiene caballos ligeros y muy bien domados, espero que haya tomado nota Benedicto Cedillo, que picó en la novillada matinal. La afición de Madrid se muere por ver caballos así en la plaza más importante del mundo. Y que no me venga con la excusa de “El Toro de Madrid”, que el “Toro de Céret” en la gran mayoría de los casos es hasta más grande y cuajado.


Una vez “hechas las paces” con el entorno, te empiezas a dar cuenta de donde estás. Vuelves a asombrarte con los 34 metros de diámetro del ruedo, con el sonido de las uñas del toro rompiendo la arena, ese clamoroso silencio que te ahoga y en el que todo se escucha, los comentarios entre cuadrillas y apoderados, las voces del tendido y los diálogos entre aficionados...Cuando vas a Céret vas con otro aire, con otro tiempo, el tiempo de Céret. Ese tiempo que a muchos neoaficionados 2.0 se les oxidaría en el segundero, el tiempo de ver y hacer las cosas bien. Tiempo de cortar un toro que va de corrido al peto para ponerlo correctamente en suerte, y verlo de menos a más. Tiempo de exigir que se ejerza de director de lidia, por que en Céret no todo vale. Tiempo para ver donde caen los puyazos y si se rectifica o barrena, de ver como van montadas las puyas, si al derecho o al revés. Tiempo para emocionarte cuando ves como se pone un caballo de frente y echan el palo como antaño. Tiempo para que te retumben las coblas. Tiempo de ver como se coloca cada uno de los que trenzan el paseíllo en la plaza. Tiempo de ver como están los caballos de picar de domados, y ver si necesitan la ayuda de los monosabios para salir del envite... En definitiva, tiempo de paladear la sal fina de los detalles y la educación taurina, de cada uno de los presentes.


Empezó la feria con un sentido minuto de silencio, en homenaje al maestro Anderson Murillo, que en este coso también dejó prendados a más de uno, aunque no les echaran al día siguiente de la clase de Inglés. Rompió el hielo una decepcionante corrida de Juan Luís Fraile. Los “diamantes negros” del año pasado, fueron este “grafitos blandos”, ideales para sombreados y claroscuros


Muy mal presentada, con un toro que fue devuelto por salir al ruedo con una cornada abierta, y un sexto cariavacado, anovillado e impropio de la categoría ceretana. Falta de remate, floja y muy a menos por lo general. Lo único que se salvó fue el interesante tercero de nombre “Caña n°2”, que correspondió a Joselillo, y “Rosario” de Peñajara que se lidió como sobrero. De los toreros habría que destacar la disposición y entrega de Joselillo, intentando hacer las cosas muy de verdad, cargando la suerte y exponiendo los frentes en todo momento. De Castaño, los dos buenos pares de Joao Ferreira, que aun saltando mucho cuadra en la cara, y de Iván Vicente que nos dio la razón, cuando decíamos hace meses que no pintaba nada en una feria como esta. Lo mejor de esta desilusionante corrida, fue el reencuentro de la afición ceretana con un gran Tito Sandoval, rayó a gran nivel en los tres festejos. Pero fue con el toro “Caña” en concreto, donde nos sumergió en esa atmósfera de campo y tentadero. Fueron tres puyazos tres, de torería y clamor. De voces de cite, que sonaron al arreón del jaco que ampara, que olían al sudor de un peto viejo hecho girones, al óxido de los estribos, y a la textura nerviosa de una vara de Majagua. Plácido con su fina monta, nos llevó del inclemente cemento francés castigado por el sol justiciero de Julio, a la fresca sombra de una encina, entre: matranto, chumberas y sabinas…“Muy bien Tito, Muy bien!!! “.

Cómo debió de ser la cosa, que este medio cura de la tribu, el de la UTTA, pasó de decir: “Ojú con los toristas”, a ponerse en pie y romperse las manos con Tito, cuando abandonada el ruedo...


Al día siguiente se lidió una novillada matinal de Monteviejo, los Vega Villar de Victorino. Esa mezcla alquímica de la línea Encinas (Galache), con la línea Cobaleda (Barcial). Esta novillada venía mucho más entipada en la línea Encinas, con sus caritas “toreras”, altos, despegados de tierra y algo montados, menos el quinto que estaba entre dos aguas.


Muy bien presentada, pero decepcionante por falta de casta y flojera de remos. Veníamos esperando una novillada tan dura, fiera y encastada como la de Villaseca de la Sagra del año pasado, y no fue ni su sombra.

Hubo novillos toreables y todos duraron mucho más de lo que esperábamos. Hay que destacar el sobrero, del tercer hierro de la casa “Urcola”, se llamó “Hurón n°37”, un novillo dulce, noble, ideal para “soñar”el toreo", que entró tres veces al caballo de Pepe Aguado. Máxime Solera, estuvo muy bien, en lo que se pide a un novillero: Valiente, enrazado, dispuesto y con hambre torera. Encima nos enseñó muy generosamente al novillo en varas, ¿Que más se le puede pedir? Hasta remató la faena de una forma distinta, estoqueando sin muleta al estilo Galán, con la zurda... Cayó de pie y cortó las dos orejas. Me alegro por él y por la afición francesa, que lleva mucho tiempo huérfana de toreros de “corridas duras”. Lo único que no me gustó es que no le sacaran a hombros los areneros, las tradiciones, ritos e idiosincrasia de cada plaza, hay que respetarlas, hasta en los momentos de máxima euforia. Carballo estuvo toda la mañana EN TORERO, colocado en sus sitio, ejerciendo de director de lidia, acompañando a los caballos hasta que se colocaban, con el capote en la mano y un pie fuera del burladero para auxiliar a sus compañeros... Lo que le faltó fue apostar de verdad, quedarse quieto, intentar ligar y mandar en las embestidas, aunque fuera tirando líneas y quedándose al hilo, la plaza lo habría entendido, dada la condición de los novillos. De Aquilino Girón, no puedo decirle nada más, y con todo el cariño del mundo, que se replanté su carrera como novillero. Incapaz, fuera de tipo y sin sitio, perdido, sin recursos y a merced de la tragedia constantemente. Nos hizo pasar un muy mal rato en el tendido. Va casi a volteretón por tarde. Torear y ser novillero son cosas muy distintas a lo que estamos acostumbrados a verle…Le recomendaría una jornada de reflexión intensiva.


Y por la tarde llegó la guinda del pastel, la serenata de cierre, el canto de la gorda. Los TOROS DE GUERRA, como quería y defendía Jean-Louis Fourquet, alma máter de la ADAC, hasta que nos dejó…

Llegó la tarde de Saltillo. Un corridón de toros de impoluta lámina, desde el primero al sexto, algo variada en tipo y “asantacolomada". Hubo de todo, desde el bravucón primero, pasando por el soso y bonancible cuarto, hasta el sexto un mansazo de hule y tragedia cantada. Toda la corrida tuvo interés, en una línea firme de mansedumbre con mucho movimiento, sentido, casta y dureza de patas. Encima las desastrosas lidias hicieron que pusieran el pescado muy caro en banderillas.

Se lidió una corrida de TOROS, Señores!! Ahí es cuando verdaderamente entiendes para lo que te has desplazado hasta tan lejos, has pedido días en la empresa y te gastas los cuartos…. Ahí no pestañeaban ni los músicos. Fernando Robleño fue el peor parado de esta dura contienda. Vino vestido de flor y lienzo, sin duda el traje más bonito que tiene y que se ha visto en toda la feria. Al traje se le podría hasta dedicar una publicación en exclusiva, estamos hablando de una joya de color Azul Rey, cargadísimo de oro mate, que no brillo, rebosante de alamares con chorrete largo de seda y cabos blancos, con la calle de la manga ancha con bordado clásico de piña hasta el puño, hombreras caídas y retrasadas, chaleco de cierre muy bajo... Reminiscencias “esplasistas”, que revolotearon una vez más por el que fue su templo y bastión Francés. Por desgracia el traje fue lo único bueno que trajo Fernando de Madrid. Ausente de la corrida, sin ejercer en ningún momento de director de lidia, y dejando “la papeleta” a Gómez del Pilar. Muy por debajo del bravucón primero, que tuvo una muerte espectacular, y emperrado y sin quererse poner de verdad, con el soso y nobletón cuarto. No hizo ni “el esfuerzo del muerto”, que suele hacer por su plaza todos los Julios.

Céret, esa plaza que tanto le ha querido, la que le encerró con Escolares, la que pacientemente le ha aguantado y esperado desde novillero... Le despidió con una tremenda bronca a la catalana. Para mi fue algo más que la imagen un torero hundido y apaleado, abandonando cabizbajo el ruedo. Fue ver a “Saturno devorando a su hijo”. Javier Cortés estuvo, que no es poco. Tuvo la deferencia de tomar la dirección de lidia, en el segundo tercio de su toro, cuando aquello se había convertido en el Gran Prix de “Ramonchu y la Vaca Paca”, dejó buenas sensaciones en su primero, pero le faltó rotundidad y tragar a boca llena la quina, con la que los de la rueda de molino, inundaron el ruedo. Y de postre me he dejado al gran triunfador de la feria, Noé Gómez del Pilar, que cada día veo más claro que se coronará, más pronto que tarde, como “Torero de Céret”.

Me encantó, lidiador, firme, atento, compañero, resolutivo, capaz y sin que se le viera con el agua al cuello en ningún momento. Pechó con el peor lote, estuvo más que a la altura de las circunstancias y sale de Céret muy reforzado, como uno de los imprescindibles para la corrida dura.

En su primero estuvo firme y muy capaz, la espada se llevó lo que podría haber sido una oreja, y en su segundo…¡AY! En su segundo...Su segundo fue un toro complicadísimo, un manso de hule, al que Pepe Aguado hubo de ir a picar a los medios, previo paso por toriles y anillo entero detrás del morito tirando coces. Fue un toro con tanto genio como ideas, que nos ha dejado un tercio de banderillas para el recuerdo. Iván Aguilera, Cebadera y Raúl Ruíz, derrocharon raza y pundonor, consiguiendo dejar seis palos en lo alto, pusieron al coso francés en pie y a absolutamente todo el mundo de acuerdo. Ahí no había un pero que valga, miraras donde miraras la plaza estaba a sus pies, celebrando por todo lo alto como esos tres hombres se acababan de jugar la vida…En sólo ese tercio de banderillas hubo más verdad, riesgo y torería que en muchas ferias de campanillas y mediotoro enteras. Y en mitad de este frenesí de aplausos, capotes por el suelo, picadores por los medios, jaleo de gente saltando al callejón de cabeza, en plancha y hasta al estilo bomba… El de la UTTA, me sacudía con el codo para decirme: “¡¡ Que no se acabe esta corrida nunca, Por Dios, Que nunca se acabe !!“. Cuando vi a Noé montando la muleta, mi cabeza empezó a volar, y se me fue a Madrid. Recordé al gran aficionado Santiago Peñuelas, cuando me contó que un tal Andrés Vázquez, con un toro tan marrajo y cabrón como el que teníamos delante, puso a Madrid boca abajo...Me contó que en aquellos tiempos se toreaba desde el inicio con el estoque de acero de verdad, que el maestro se sacó a la fiera corrupia hasta los medios, con doblones y ayudado por bajo preñados de sabor, domeño y galanura. Y que una vez desfondado semejante manso, le agarró el pitón, como en la famosa fotografía de Granero, en señal de “Toro dominado”.

Con la plaza atónita, tal cual estaba, en corto y por derecho le dejó una estocada hasta las vendas, en todo lo alto, que en segundos le dejaron con las cuatro patas al viento...Porno taurómaco, que por desgracia no vimos en Céret. Aun así Noé solucionó la papeleta, con hombría, honradez y limpieza.


Y sin haber visto a Granero resucitado...Abandonó el ruedo entre una ovación rotunda y unánime. Total. Una feria agridulce, con cosas muy buenas y otras que nos dejaron a medias... Aún así volveremos como los buenos amantes. Y como dice mi amigo el la UTTA:“Yo me voy pá CÉRET de la Frontera, ónde se comen las pápa enterá"



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