"La optimista diversidad en la Tauromaquia"
Termina 2019 y ya apenas nadie se acuerda de que Jorge Isiegas, García Navarrete, Ángel Jiménez, Tibo García, Juan del Moral, Miguel Maestro, El Dani, Dorian Canton, Amor Rodríguez, Juanito, Ángel Tellez, Adrien Salenc y Jesús Chover, son las alternativas de 2019. ¿Cuantas oportunidades tendrán en 2020?
La Tauromaquia, a mi modo de ver, debiera aglutinar en sí misma dos espíritus. Uno el de los artistas consolidados y jóvenes que han demostrado con creces su valía, y por otro lado el de la innovación y experimentación para hacer que alguno de estos chavales salga auto-impulsado de cara a una Tauromaquia cada vez más diversa en gustos de toreo.
Se ha de salir de este mundo tan acotado. Ese gueto lo único que hace es insuflar en la afición pesimismo cuando se trata de la supervivencia futura del Arte de Torear. Este año ha sido un año provechoso en cuanto a toros bravos de todas las procedencias y el resurgimiento de toreros que han generado interés por su forma de ejecutar el toreo. Pero, si a estos espadas no se les hubiera dado la oportunidad, nos estaríamos perdiendo sus conocimientos y formas que hasta ahora estaban solo limitados a un pequeño grupo de toreros y hierros en las Ferias.
Tengo el convencimiento de que la Tauromaquia cuanto más diversa, más rica, y así encontraría nuevas maneras de salvaguardar su riqueza y, por ende, mejorarían la afluencia de público y aficionados sin recurrir a la monotonía de carteles. Además, gracias a ello, tendríamos más mimbres para hablar, discernir y tener discusiones vibrantes sobre toreros y ganaderías, se dialogaría más sobre toros, se intercambiarían pareceres y seguro que encontraríamos aspectos que para muchos pasarían desapercibidos sin la ya citada diversidad.
Lo importante de estas apuestas es que crearían oportunidades a medida que fueran saliendo toreros jóvenes y se involucraran en la competencia por querer llegar. Descubriríamos las mejorías en las ganaderías que has sido apartadas por las figuras y sus entornos simplemente por la sangre que llevan dentro. Por eso, quizá utópicamente, pesa más mi optimismo cada invierno porque mientras los humanos conserven la capacidad de asombro, los toreros nuevos y los ganaderos que trabajan por y para la casta y la bravura, intentarían buscar la excelencia y las maneras para superar las expectativas de públicos y aficionados.
Hay que pensar en el futuro, en los posibles nuevos aficionados que, gracias al momento que estamos viviendo, cada día están mejor informados y estarán dispuestos a pagar entradas por ver la novedad. No se puede dar la paradoja de que hoy día cuando, gracias a Dios, hay un importante elenco de toreros jóvenes con interés y más ganaderías de todos los encastes que están embistiendo, haya escasez de producción. No podemos dejar que estos nuevos profesionales olviden el idealismo de otras épocas, que digan que están enamorados del Toro, pero sin motivo, y se aferren a la imposibilidad de demostrar su toreo o de embarcar una corrida o novillada por la que han luchado durante años.
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